
Cuando Sean Connery tuvo que apartarse del rodaje de la serie de películas de James Bond 007 por otros compromisos de trabajo en 1967, los productores Saltzman y Broccoli tuvieron que buscar un sustituto para seguir adelante con la adaptación al cine de las novelas de Ian Fleming que tan magníficos dividendos venían arrojando desde el estreno de la primera entrega, "Agente 007 contra el Dr. No", en 1962. No era tarea nada fácil encontrar a un actor que diera la talla, después del altísimo listón que Connery había dejado, habiéndose además convertido en una de las grandes estrellas del cine de la década de los sesenta. En ese oportuno momento, el book de George Lazenby, un actor publicitario australiano de treinta años que era, en aquella época, el modelo masculino mejor pagado del mundo, cayó en las manos de los productores de la serie Bond, los cuales vieron en él grandes posibilidades de convertirse en el sucesor de Sean Connery. El día de su primera entrevista con Saltzman y Broccoli, George Lazenby, vestido con un traje Saville Row y luciendo un Rolex Submariner, no tuvo ningún problema para hacerse con el papel.



A comienzos de los años setenta, Lazenby inició una colaboración con el actor Bruce Lee participando en tres de sus más populares películas sobre artes marciales: "The Shrine of Ultimate Bliss", "The Man from Hong Kong" y "A Queen's Ransom". Pero la prematura muerte de Lee en 1973, justo antes del rodaje de "A Game of Death", dio al traste con tan fructífera unión, precipitando el fin de la corta -aunque intensa- carrera cinematográfica de George Lazenby, el cual tuvo que verse parodiando su personaje de James Bond en la adaptación al cine de las aventuras del Superagente 86, Maxwell Smart, en "The Nude Bomb" (1980), y participando en siete de las entregas de la serie de cine erótico inspiradas en la "Emmanuelle" de Just Jaeckin durante los años 1992 y 1993.

George Lazenby vive, actualmente, rodeado de lujos. Practica la vela, el motociclismo, las carreras de coches, ve mucho cine y juega al golf y al tenis. Ocasionalmente, aparece en el estreno de la última película de la serie Bond o se deja ver por los platós de televisión para contar por enésima vez su experiencia siendo el agente secreto 007. Y, para terminar, un comentario personal que no puedo evitar hacer: si tengo que escoger al James Bond ideal -por descontado, siempre después del indiscutible liderazgo de Sean Connery- me quedo con este pseudo-actor que, si bien nunca habría llegado a protagonizar ninguna obra de Shakespeare o de Arthur Miller, sí aportó a su personificación de Bond un look de excepcional calidad, totalmente acorde con el arquetipo de las novelas de Ian Fleming y muy por encima de cualquiera de sus sucesores en el rol.