lunes, 28 de julio de 2008

"Garbancito de la Mancha", una joya de la animación española

En España, los dibujos animados nunca han sido un género cinematográfico con una destacable historia, siendo escasos los proyectos que han llegado a ver la luz y siempre contando con enormes dificultades y casi ningún apoyo por parte de las administraciones públicas o, incluso, de la iniciativa privada. La animación en este país ha sido, tradicionalmente, un riesgo que muy pocos han tenido la valentía de asumir y que, a consecuencia de ello, ha dado escasos frutos y no ha permitido el desarrollo de una industria potente capaz de competir con cinematografías de otros países que sí entendieron las enormes posibilidades creativas y -por descontado- económicas de contar con una producción nacional de dibujos animados.
Anteriormente a la Guerra Civil, y después de los experimentos del precursor Segundo de Chomón introduciendo rudimentarias imágenes animadas en sus films de acción real a principios del siglo XX, aparece la primera película íntegramente animada española, "El Toro Fenómeno", de escasos diez minutos de duración y realizada en 1919 por Fernando Marco, cinta que podría haber sido la primera de una prometedora serie que nunca se produjo dadas las dificultades de explotación con las que tuvo que enfrentarse su autor. La película, de conseguidos efectos técnicos, se publicitó como "sensacional producción de arte, con monos de Marco y aleluyas de Luis Tapia". Otros intentos encomiables de producir animación fueron los del caricaturista Ricardo García López, conocido como K-Hito, entre los cuales destaca "Francisca, la mujer fatal" de 1933, y los de Joaquín Xauradó, autor de dos interesantes películas: "Un drama en la costa" y "El Rata primero". Muchos más nombres formaron parte de este ramillete de atrevidos del período de preguerra, como Bartolozzi (creador de los célebres "Pipo y Pipa"), Feliciano Pérez, Arturo Beringoli, Mora, Romano o Menda. Después de la forzosa inactividad provocada por la guerra de 1936-1939, Cifesa lanzó una serie de dibujos animados con su personaje "Quinito", aunque los resultados no fueron los que se esperaban. Esta falta de recompensa hacia el gran esfuerzo que era preciso realizar para trabajar en el campo de la animación desanimó a la mayoría de los artistas, que no dudaron en dar el salto a la ilustración, al comic o a la publicidad, actividades todas ellas infinitamente más rentables.
En 1945 -y después de un período de producción de dos largos años- se estrenará el que puede ser considerado el primer largometraje español de animación, que fue el resultado de un trabajo titánico, denso y trufado de dificultades. "Garbancito de la mancha", dirigida por Arturo Moreno y producida en los estudios barceloneses de Balet y Blay, se vio gratificado con una excelente respuesta del público, que acudió en masa a las salas de cine para ver esta preciosa película, prácticamente hecha a mano de manera artesanal y en la que es muy manifiesta la influencia de los cartoons americanos de los Fleischer o de Ub Iwerks y de los estudios Disney en las escenas domésticas con los animales de la casa y del corral. La película es, hoy en día, casi una joya arqueológica dentro de la historia del cine español, que sigue viéndose con agrado si se adopta una actitud benevolente hacia la abundancia de elementos kistch y al exceso de edulcorante añadido a la historia, así como a la idiosincrasia de los personajes, prototipos de la maldad o de la bondad extremas con total ausencia de matices. "Garbancito de la Mancha", personaje de raigambre popular y de evidente trasfondo quijotesco, luchará contra las fuerzas del mal encarnadas en la Tía Pelocha, una bruja que se convertirá en su peor enemiga. Gracias a la ayuda de su Hada Madrina, la cual le concederá el don de poderse convertir en un ser tan pequeño como un garbanzo, salvará, junto a su fiel cabrita Peregrina, a sus amigos Quiriqui y Chirili de las garras del gigante Caramanca y de los ardides de los malvados Manazas, Pelanas y Pajarón. La productora Balet y Blay dio continuidad a las aventuras de este personaje en 1948 con "Alegres Vacaciones", realizada por Arturo Moreno y dirigida por José María Blay, en la que -en clave contemporánea- se repasaba la geografía española desde un punto de vista eminentemente turístico. "Garbancito de la Mancha" esconde, bajo su apariencia de infantil historia de buenos y malos, una segunda intención propagandística promovida desde el régimen franquista y a la que dio forma y contenido el guión del reconocido falangista Julián Pemartín. Las arengas del protagonista, siempre "en el nombre de Dios", a los vecinos del pueblo para linchar a la malvada Tía Pelocha y su lucha denodada contra el gigante Caramanca no ofrecen dudas acerca de su catadura fascista, y ejemplifican la cruzada de Franco contra los que él consideraba "los enemigos de España". El anecdotario recoge que, en la noche del estreno en Madrid el 23 de noviembre de 1945, fue Arturo Moreno quien acabó saliendo al escenario a glosar las virtudes de la película en lugar del previsto Pemartín, ya que Hitler había perdido la guerra y el gobierno franquista necesitaba urgentemente comenzar a acercar posiciones con los ganadores del conflicto bélico. El habitual discurso antiamericano de Pemartín y su afiliación proalemana no hubieran sido pertinentes en aquellos delicados momentos.