miércoles, 8 de julio de 2009

"Terremoto", el "Big One" de la Universal

Cuando la Universal Pictures decidió apuntarse a la moda de las llamadas "películas de catástrofe" con las que las majors de Hollywood inundaron las salas de exhibición del mundo entero, no pudo hacerlo con más buen pie. "Terremoto" representó un excelente negocio para la productora cinematográfica, recaudando 36.000.000 de dólares en la taquilla internacional y viendo su película ascender a los primeros puestos del box-office en los EUA durante los meses posteriores a su estreno en noviembre de 1974, en gran medida gracias a la gigantesca campaña de publicidad lanzada alrededor del nuevo Sensurround, sistema que transmitía a los espectadores las sensaciones físicas de hallarse en el epicentro de un verdadero terremoto gracias a impactantes efectos de sonido que hacían vibrar la sala entera. El público acudió en masa a los cines para conocer el nuevo invento el cual, como había ocurrido con otras espectaculares novedades como el Odorama o el 3-D, no despertó en la audiencia ningún interés más allá de la curiosidad por experimentarlo. Tal como escribió un crítico norteamericano, el verdadero secreto del éxito de tales producciones se hallaba en "when bad things happens to aging Hollywood stars" ("cuando cosas malas les ocurren a viejas estrellas de Hollywood"). Y así parecía ser, si tenemos en cuenta que gran parte del atractivo que podían tener para el gran público esta clase de espectáculos eran sus repartos numerosos y corales que incluían, sistemáticamente, grandes nombres del Hollywood dorado a los que la audiencia llevaba, en ocasiones, décadas sin ver, despertando la curiosidad general por comprobar cuanto y como habían envejecido sus estrellas favoritas. Desde Shelley Winters y Ernest Borgnine en la cinta que inauguró la saga, "The Poseidon's Adventure" (1972), hasta las mismísimas Myrna Loy y Gloria Swanson en "Airport 75" (1974), no había película de desastres (ya fueran "naturales" o cometidos por la mano del hombre) que no contara con un buen puñado de antiguas luminarias de la gran pantalla a las que se ponía en las más peligrosas situaciones. Para el cast de "Terremoto", el productor Jennings Lang apostó por dos de las más grandes estrellas de los años cincuenta, Charlton Heston y Ava Gardner, que iban a repetir pareja fílmica después de su último trabajo juntos, once años atrás.
En 1974, Miss Gardner se encontraba sin demasiado que hacer en su domicilio londinense, de modo que consideró la oferta de la Universal como la manera de pasar unas vacaciones pagadas en Los Angeles, cobrar un buen zarpazo de dólares (de seis cifras, por descontado), y aprovechar el viaje para visitar a su familia en Carolina del Norte. Ava Gardner llevaba años trabajando, ocasionalmente, en lo que ella llamaba -con su sorna acostumbrada- "películas alimenticias", en las que se embolsaba jugosas cantidades de dinero a cambio de apariciones que, algunas veces, apenas existían. "Terremoto" fue uno de estos papeles casi inexistentes en el que, a pesar de todo, la actriz exigió no ser doblada en las escenas de acción, teniendo que sortear paredes que se derrumbaban, refugiarse debajo de automóviles para evitar ser aplastada por enormes bloques de cemento o tratar de mantenerse a flote nadando contracorriente en una alcantarilla desbordada. Sin embargo, y pese a los esfuerzos de Gardner por ofrecer una interpretación entregada más allá de las ridículas líneas de diálogo que tenía que pronunciar -"Si no fueran las 7.30 de la mañana echaría un trago"- nada pudo evitar que la crítica se cebara en su trabajo, remarcando su evidente sobrepeso ("an overweighted Ava Gardner", escribieron) e insinuando la posibilidad de un reciente lifting al que la actriz pudo haberse sometido en la clínica del cirujano plástico Ivo Pitanguy para mejorar su aspecto en la pantalla. Cuando el reparto de la producción fue anunciado, su partenaire Charlton Heston no pareció mostrarse muy conforme con la elección de la actriz, con quien había tenido una pésima relación durante el rodaje en Madrid de "55 días en Pekín", en 1963, debido a los legendarios desplantes de Gardner. Las pesadillas de Heston, en cualquier caso, no iban a reproducirse en esta ocasión, pues Ava se mostró receptiva y disciplinada durante todo el rodaje a pesar de que el realizador, Mark Robson, no era santo de su devoción después de haberla dirigido en "La Cabaña" (1959), película que ella siempre odió y del fracaso de la cual culpó, en gran parte, a Robson. Así, y aunque parezca mentira, un rodaje que se presentaba con las perspectivas de convertirse en una olla a presión se desarrolló sin excesivos problemas entre sus artífices principales. "Terremoto" presentó en pantalla unos magníficos efectos especiales creados por el equipo de Albert Whitlock, basados en enormes maquetas magníficamente iluminadas y fotografiadas por Philip Lathrop que conseguían transmitir una impactante sensación de realidad, así como por el uso de espejos deformantes y de la técnica del matte-painting, todo ello dinamizado por el excelente montaje de Dorothy Spencer. Sin embargo, todos estos logros visuales se vieron absolutamente lastrados por una pésima dirección de actores, los cuales tenían que bregar con un manojo de historias entrecruzadas escritas bajo los parámetros más convencionales de las soap operas televisivas. Esta tendencia a descuidar el guión en beneficio de la espectacularidad resultó una constante de este subgénero, a pesar de que se procuraba contar con primeras figuras del cine y la televisión para forjar unos repartos que, después, no daban de sí lo que su categoría prometía. En el caso de "Terremoto", secundaron a Heston y a Gardner intérpretes de gran calidad y tan populares como Lorne Greene, George Kennedy, Genevieve Bujold, Barry Sullivan, Lloyd Nolan, Victoria Principal, Richard Roundtree y Marjoe Gortner.

martes, 7 de julio de 2009

Weird Toons # 28: "Martian Through Georgia"

Durante los primeros años sesenta, la mayoría de los estudios de animación de Hollywood se vieron arrastrados por los planteamientos conceptuales que había desarrollado, durante toda la década anterior, la United Productions of America, caldo de cultivo de la mejor animación mundial y conocida universalmente como UPA. Genios como Robert Cannon, Stephen Bosustow o Abe Levitow sentaron cátedra en la historia del dibujo animado, creando una corriente artística similar a los movimientos vanguardistas de la pintura del siglo XX de la que se nutrieron algunos de los más afamados cartoonists posteriores. La estilización de las figuras, la descomposición de la forma en planos geométricos en la tradición de cubistas como Picasso o Gris, el uso atrevido del color en sugerentes gamas cromáticas que parecían surgidas de las teorías del mismo Kandinsky y el desprecio por la perspectiva tradicional se adueñaron de las producciones UPA, sentando las bases que definirían el aspecto del cartoon durante, por lo menos, los siguientes veinte años. En este sentido, los cortos producidos por la división de animación de los estudios Warner Bros. no iban a ser menos, teniendo el trabajo del gran Chuck Jones como el más claro exponente de tal tendencia.
En 1962, Jones dirigió, junto al antiguo miembro de la UPA Abe Levitow, "Martian Through Georgia", una fábula amable -aunque con final inquietante- sobre el amor y la desesperanza que mostraba, en sus planos iniciales, la idílica y despreocupada vida de los habitantes de Marte, de entre los cuales el protagonista de esta historia comienza a sentirse aburrido, triste y desencantado. Ya ni siquiera la pasión y la entrega de su atractiva prometida consiguen remover sus apáticos instintos y, siguiendo los consejos de su psicoanalista, viaja hasta la Tierra -aterrizando en el estado de Georgia, de ahí su título- convencido de que su vida se convertirá en un remolino de sensaciones. Pronto se dará cuenta de su error, al verse despreciado por los terrícolas que le consideran una suerte de aterrador monstruo verde y del que huyen despavoridos. La cruel realidad se le antoja un negro futuro imposible de cambiar y le vemos, así, marcharse en su nave espacial... ¿de regreso a su planeta, o a un destino más oscuro e irremediable?
En plena época del revival televisivo, algunos de los canales de animación más populares de los Estados Unidos (Nickelodeon, WB, Cartoon Network o, incluso, la ABC) tomaron la decisión de no emitir íntegro este cartoon de culto dada su alusión final al posible suicidio del protagonista, sugerida por la voz en off del narrador que cierra el corto con la frase "¿Cometerá suicidio? ¿Porqué no?". Se cortó el final aplicando la recurrente solución de un fundido en negro que impedía escuchar la voz del narrador y ver al desgraciado marciano apuntando a su cabeza con su pistola espacial, una muestra más de la cortedad de miras de los directivos televisivos que temieron perder buena parte de sus ingresos en publicidad si permitían tal alusión al suicidio ante una audiencia eminentemente infantil. Por suerte, esta pequeña obra maestra que va -como todas las obras maestras de la historia del Arte- más allá de los parámetros de la época en la que fue concebida se encuentra editada íntegramente en DVD en la magnífica recopilación Looney Tunes Golden Collection: Volume 6, lo que nos permite admirarla en todo su remasterizado esplendor y descubrir la fuerza de los impresionantes backgrounds diseñados por el siempre genial Maurice Noble con una impactante utilización del color en un espacio saturado de abarrocados elementos sobre el que los personajes -que se mueven siguiendo la escuela de la animación reducida que ya experimentaron los estudios Disney en los años 40- interpretan este cuento sobre la futilidad de la existencia y la absoluta inmovilidad del destino.