sábado, 8 de agosto de 2009

"The Devil's Widow": psicodelia diabólica

En 1969, Ava Gardner, quien llevaba meses residiendo en Londres después de su marcha de España -donde había vivido en Madrid por espacio de doce años- recibió en su domicilio en la capital británica la visita de su viejo amigo de los tiempos de Hollywood el actor Roddy McDowall. Ambos se habían conocido en 1942, cuando McDowall era uno de los "niños prodigio" de la Metro-Goldwyn-Mayer y la joven aspirante a estrella cinematográfica se hallaba en los primeros meses de su infeliz matrimonio con Mickey Rooney. Durante el transcurso de los años su amistad se tornó íntima y siempre mantuvieron un estrecho contacto, a pesar de la distancia geográfica que motivaban los exilios -interiores y exteriores- de Ava Gardner, quien siempre gustó de poner tierra por medio entre ella misma y el Hollywood al que tanto despreciaba. McDowall, huésped habitual en casa de la actriz cada vez que el trabajo o el placer le llevaban a Europa, no llegó solo. En esta ocasión le acompañaba el productor Alan Ladd Jr., con quien el actor británico iba a rodar su primera película como realizador, basada en una leyenda popular del norte de Escocia que daría origen al guión de "La Viuda del Diablo".Posiblemente, fue el compromiso y la amistad con McDowall antes que un auténtico interés profesional lo que motivó que Ava Gardner aceptara ser la protagonista de la cinta, en la que interpretaría a Michaela Cazaret, viuda de un magnate multimillonario que vive rodeada de una corte de hermosos jóvenes de ambos sexos a los que tiraniza y mima con la misma obsesiva intensidad y a los que destruye sin miramientos cuando no se doblegan a sus exigencias y caprichos. Esta pseudo-mantis religiosa vive horrorizada por la previsible llegada de la vejez y la enfermedad, pretendiendo que el constante contacto con sus acompañantes retrasará lo que es inevitable, convirtiéndose, así, en un vampiro psíquico que se alimenta de la juventud y la salud de sus consentidos. Por supuesto, y reconociendo la idiosincrasia del personaje -a distancias astronómicas de cualquier cosa que hubiera hecho anteriormente la actriz- McDowall y Ladd debieron esforzarse considerablemente en vender la historia a una Ava Gardner aturdida ante lo que ella debió creer una alucinación de su buen amigo. El tono outré del argumento no fue el único obstáculo que Gardner debió vencer, ya que se sentía intimidada por tener que trabajar junto a actores y actrices veinticinco años más jóvenes que ella, hecho que agravaba su proverbial timidez. McDowall confesó, años más tarde, que la primera reacción de Ava fue espetarle "¡voy a ser la más vieja!".
Por descontado, y conociendo el carácter de la actriz, Ava adoró a sus jóvenes partenaires, a los que acabó llamando "mis niños". Entre todos ellos, el papel coprotagonista iba a ser para el actor inglés Ian McShane, atractiva y emergente figura del panorama europeo que contaba con tan solo seis trabajos anteriores en el cine desde su debut en 1962. McShane interpretaría al amante de la peligrosa viuda, por parte de la cual acabará sufriendo una horrible venganza al osar abandonarla por la hija del párroco local (Cyril Cusack), papel que se encomendó a una todavía desconocida Stephanie Beacham. Ava Gardner -en las primeras escenas de cama de su ya larga carrera- y Ian McShane comparten tórridos días de amor y sexo bajo la atenta vigilancia del secretario personal de la señora Cazaret, interpretado por el excelente actor británico Richard Wattis como el frío e impasible lacayo encargado de suministrar materia prima humana para el constante bienestar de su ama.
"La Viuda del Diablo" es la trasposición moderna de la antigua leyenda escocesa de Tam Lin, balada de la que el folklorista Francis James Child recogió catorce diferentes versiones en su libro The English and Scottish Popular Ballads. La historia de la poderosa hechicera que ve perdido el amor de su caballero arrebatado por una hermosa joven mortal de rubia cabellera inspiró el guión de William Spiers y del propio McDowall, que este último aderezó con elementos rabiosamente sixties en los que no se escatimaron medios para ofrecer una imagen acorde con el auge que la psicodelia y el consumo de drogas alucinógenas estaban experimentando en el mundo entero. Desde los veloces vehículos que aparecen en la escena inicial hasta el vestuario de todo el reparto, la cinta destila un evocador aroma brit-pop que arrastra al espectador y le hace esperar que, en cualquier momento, aparezcan tras de una cortina Sandie Shaw o Petula Clark. El guardarropía de Gardner, en el mismo sentido, se supera a sí mismo con piezas de vestuario que van de la sencillez más absoluta al delirio más enloquecido (no hay más que ver la fotografía sobre estas líneas), especialmente en las escenas oníricas del final de la película, notablemente influenciadas por los estudios realizados en la época sobre los efectos del LSD.
Tristemente, y a pesar de los muchos valores intrínsecos que atesora el film, "The Devil's Widow" resultó un sonoro fracaso en la taquilla que amedrentó a Roddy McDowall hasta el punto que nunca más volvió a ponerse detrás de una cámara. Considerada por la crítica poco menos que un capricho de su realizador y tildada de excesivamente vanidosa, la película sufrió las consecuencias de una penosa exhibición que la llevó a estrenarse en los Estados Unidos muy tardíamente, en 1972, de la mano de la American International Pictures (AIP), la compañía del legendario Roger Corman. La copia americana, para colmo de males, fue sensiblemente recortada por el taimado Corman -que la consideró de excesivo metraje- estrenándola con frases de publicidad del tono de "La gran bacanal del exorcismo, con Ava Gardner como anfitriona". La aberración llegó hasta tal punto que Roddy McDowall declaró que su obra estaba "irreconocible". Esta mutilación conferida a su material le llevó a remontarla de nuevo para ser proyectada en Gran Bretaña en 1977, siendo distribuida por la Commonwealth. El encomiable intento tampoco funcionó y la película fue olvidada, convirtiéndose en una extrema rareza no repuesta en las salas de exhibición y nunca emitida vía televisión. Afortunadamente, durante los años ochenta, "La Viuda del Diablo" fue editada en vídeo en diferentes países, aunque la calidad de los masters utilizados dejaron bastante que desear usándose, además, la versión cortada que se exhibió en Estados Unidos. En España fue lanzada en formato Betamax para su explotación en el mercado de alquiler bajo el desvirtuado y manido título "Sabor de Mujer", traducción literal de "Sapore di Dona" que fue el que se le adjudicó en su estreno en Italia, país con una histórica y remarcable tendencia a cometer desacatos infames con el retitulado cinematográfico. Es posible que, con el tiempo, alguien decida recuperarla -por fin- en su calidad original y en formato DVD como muestra de desagravio hacia uno de los productos más curiosos e inclasificables, casi podría decirse que underground, del cine británico de la década de los sesenta.