miércoles, 5 de agosto de 2009

Tab Hunter, el efebo rubio de Hollywood

La década de los cincuenta no fue, precisamente, una época en la que Hollywood careciera de testosterona. De hecho, fueron años en los que el cine americano gozó de considerables dosis de masculinidad plasmada en el celuloide, por primera vez de manera no encubierta y permitiendo a sus estrellas más representativas hacer alarde de su físico excepcional. Una cierta e inevitable liberalización de las costumbres en la sociedad americana permitió a la industria cinematográfica empezar a mostrar toda la carne que décadas de oscurantismo -ejemplificado en el castrante reinado del Código Hays- habían ocultado o, en el mejor de los casos, disfrazado con pretextos historicistas que intentaban justificar la ausencia de ropa en el elemento masculino que se exhibía desde la pantalla. Actores como Rock Hudson, Hugh O'Brien, George Nader, Guy Madison, Rory Calhoun o Aldo Ray -por citar nombres muy representativos- comenzaron a mostrar muslo y pechuga no solamente en sus apariciones cinematográficas, sino también -y de un modo mucho más evidente- en revistas como Modern Screen, Motion Picture, Screenland o Movie Fan, que se nutrían de tórridas imágenes que ilustraban, muy a menudo, rumores de sibilina crueldad, generalmente infundados.
De entre toda esta pléyade de Adonis que florecieron al calor de las playas californianas cercanas a la Meca del Cine merece destacarse a Tab Hunter, hermoso ejemplar made in America que apareció por vez primera en la gran pantalla en 1950 con un producto dirigido por Joseph Losey, "The Lawless", y que mantuvo - a veces, con evidentes dificultades- una carrera llena de tropiezos en la que brillan, eso sí, impagables momentos de indudable stardoom. Hunter, con un físico sensacional muy acorde con la moda de aquellos años en los que comenzaron a emerger los primeros ítems de la cultura pop y en los que la comedia para teenagers era un género a explotar que daría, con el tiempo, pingües beneficios, se convirtió en una de las apuestas de una industria consciente del cambio experimentado en los gustos del público y de la nueva escala de valores de una sociedad que comenzaba a dejar atrás los horrores vividos durante la Segunda Guerra Mundial.
Nacido Arthur Kelm en 1931, en Nueva York, se trasladó a Los Angeles siendo aún un niño a consecuencia del divorcio de sus padres. Su interés por diferentes deportes -especialmente, el patinaje artístico- comenzó a modelar el cuerpo del que iba a vivir una vez superada la adolescencia, que terminó trabajando como guardacostas justo antes de ser descubierto por el Séptimo Arte. El cine pronto le convirtió en una de las figuras más populares entre el público más joven, colectivo que comenzaba a mostrar una incipiente rebeldía y un desmesurado apasionamiento por el Rock&Roll, la velocidad y el culto al cuerpo, características que se han mantenido -corregidas y aumentadas- hasta la actualidad. En este sentido, la imagen fílmica de Hunter se basó en las preferencias de este sector del público, aunque el auge que experimentó hacia finales de la década le permitió abrirse a otras audiencias, especialmente a partir de sus papeles protagonistas en el musical de Stanley Donen "Damn Yankees" (1958, junto a Gwen Verdon) y en "That Kind of Woman" (1959) en la que compartía cartel con Sophia Loren bajo la dirección de Sidney Lumet.
Antes de estos indiscutibles hits, la carrera de Tab Hunter tuvo como títulos más representativos películas como "Saturday Island", "The Sea Chase" o "Return to the Treasure Island", films que -pese a aparecer junto a estrellas consagradas como Lana Turner o Linda Darnell- no dejaban de ser producciones menores, que Hunter alternaba con frecuentes apariciones de reparto en series de televisión. Mención aparte merece su participación en "Battle Cry", dirigida por Raoul Walsh en 1955 y que puede considerarse su ascenso al estrellato. De esta misma época datan sus incursiones en la canción ligera, llegando a grabar diferentes LP's que se vendieron notablemente bien -por descontado, con la ayuda de su popular y atractiva imagen impresa en las cubiertas- a pesar de que su talento musical se hallaba bastante lejos de poderse comparar al de crooners como Sinatra o Dean Martin, e incluso al de otros cantantes juveniles como Fabian o Frankie Avalon.
Su homosexualidad, eso sí, fue ocultada celosamente por la maquinaria de Hollywood, de la misma manera en que se cubrieron con toneladas de tierra las relaciones de pareja de Rock Hudson y George Nader o, veinte años atrás, de Cary Grant y Randolph Scott. Sin embargo, y curiosamente, las revistas de la época mostraban al actor en actitudes que, en aquella época, podían ser consideradas abiertamente gay: cocinando -ambos ligeros de ropa- junto a Roddy McDowall, en la sauna finlandesa junto a otros jóvenes actores, o chismorreando al teléfono junto a un maquilladísimo John Bromfield que luce un blanco bañador de dudosa masculinidad para los cánones del momento. A pesar de que se le inventaban romances a pares con jóvenes actrices como Debbie Reynolds o Natalie Wood, nadie en Hollywood desconocía su currículum sentimental en el que figuraban caballeros como el actor Anthony Perkins o el jugador de skate Ronnie Robertson, con los que mantuvo largas relaciones sentimentales. Hunter pudo, por fin, sincerarse consigo mismo y con el gran público a partir del momento en que salieron a la luz sus memorias, "Tab Hunter Confidential: The Making of a Movie Star", en 2005. Los años sesenta contemplaron un evidente declive en la popularidad del actor, a pesar de que la década se inició con el estreno en la NBC de "The Tab Hunter Show". El programa se canceló por sus bajos niveles de audiencia y Hunter se vio obligado a trabajar en series de televisión producidas por la misma emisora, como el folletín periodístico "Saints and Sinners". Algunas películas juveniles como "Operation Bikini" o "Ride the Wild Surf" le permitieron seguir llegando a fin de mes, aunque su único trabajo verdaderamente trascendente en aquellos años fue su aparición en un fascinante título del británico Tony Richardson aún no reivindicado, "Los Seres Queridos" (1965). Un triste momento profesional que tuvo su cota más baja cuando apareció en diferentes spaghetti-westerns rodados en Europa, coincidiendo con un corto exilio de los Estados Unidos en el cual el intérprete, tal vez harto de la maledicencia de Hollywood, se refugió en Francia. Durante varios años su nombre apenas se escuchó, hasta que la década de los ochenta llegó de la mano del realizador John Waters con un papel coprotagonista junto al icono pop y musa del realizador de Baltimore Divine en "Polyester", escatológico engendro de resultado discutible pero con el auténtico regusto a transgresión que define la filmografía de Waters, precisamente en su última producción underground antes de caer, definitivamente, en las garras de las majors de Hollywood."Polyester" recuperó, pues, a Tab Hunter de su ostracismo y le dio a conocer a las nuevas generaciones convirtiéndole en un actor de culto, en un superviviente del Hollywood dorado que paseaba su pátina glamourosa por producciones independientes como "Lust in the Dust" (1985, también junto a Divine), alucinante western dirigido por Paul Bartel, especialista en productos de bajo presupuesto en cuya carrera se encuentran perlas fílmicas como la considerable "Eating Raoul". Por lo demás, Tab Hunter había conseguido dotar a su existencia de la tan deseada transparencia pública compartiendo su vida con su compañero Allan Glaser (con quien, por cierto, coprodujo "Lust in the Dust") en su casa de Montecito, California, donde todavía residen hoy en día. Hunter ha visto reeditados en CD sus éxitos musicales de los cincuenta y se encuentra, actualmente, colaborando activamente en el rodaje de un documental dirigido por Jeffrey Schwarz, "I'm Divine", sobre la vida de la que fue una de sus más famosas partenaires en la pantalla.