jueves, 18 de junio de 2009

34 Ennismore Gardens, London SW 7

En 1968, Ava Gardner comenzó a sentirse un tanto incómoda viviendo en España. Sus años de juventud consumidos a golpe de whisky y tablao empezaban a quedar ya lejos, y sus constantes problemas con el régimen franquista empezaban a pesarle como una losa, además de la hipotética deuda contraída con el fisco español que ascendía -según el Ministerio de Hacienda- a más de un millón de dólares. La reclamación oficial podría haber sido cursada por orden del mismísmo Francisco Franco, quien nunca vio con buenos ojos la presencia constante de una norteamericana divorciada, liberal y abiertamente demócrata en la Villa y Corte, escandalizando noche sí y noche también a la conservadora alta sociedad madrileña que se apiñaba alrededor del dictador y su esposa, Carmen Polo. La rígida moral nacionalcatólica impuesta por los vencedores del conflicto bélico de 1936-1939 y el opresivo ambiente que se vivía en el país a finales de los años sesenta -con el advenimiento de las primeras manifestaciones sindicales duramente reprimidas- hicieron que Gardner deseara cambiar de aires para llevar una existencia más tranquila acorde con la serenidad que pareció adueñarse de su espíritu al entrar, definitivamente, en un período de absoluta madurez.
"London is the only place to live", dijo muy a menudo la actriz americana cuando se le preguntaba su opinión acerca de la capital británica: "En Inglaterra -decía- te toman unas cuantas fotos cuando llegas y luego te dejan en paz". No fue muy difícil, pues, para ella decidir cual sería el lugar en el que quería pasar el resto de su vida, una ciudad que siempre le había gustado desde la primera vez que la visitó para el rodaje de interiores de "Pandora y el Holandés Errante" en 1950. El carácter de los ingleses, radicalmente distinto al de los españoles, parecía hallarse más en sintonía con la actriz en esos momentos de su existencia, en los que parecía necesitar de un refugio pacífico e íntimo en el que poner en orden lo que habían sido sus anteriores veinte vertiginosos años como gran estrella de la pantalla. Así, mientras encontraba alojamiento a su conveniencia, se instaló en uno de los apartamentos que su ex-marido Frank Sinatra tenía en Londres, una cómoda garçonnière en Grosvenor Square. La actriz tendría aún dos domicilios más en la capital británica -uno en Alexander Square y otro en el exclusivo barrio de Belgravia- antes de encontrar el que se convertiría en su hogar durante más de veinte años en la elegante plaza arbolada de Ennismore Gardens, en Knightsbridge y muy cerca de Kensington (fotografía superior, los seis balcones del primer piso del edificio que aparecen en la imagen).
En su nueva situación como british single lady, Ava Gardner descubrió los placeres de una vida tranquila al calor de la chimenea, de paseos diarios con su perro por el cercano Hyde Park y de tardes de lluvia tras los cristales. Excelente cocinera -cualidad que heredó de su madre- preparaba cenas para sus amigos en Londres, entre los que se encontraban los actores Dirk Bogarde y Charles Gray, el interiorista Michael Szell o la diseñadora de vestuario Franka. Su domicilio londinense se convirtió en lugar de paso obligado para las personalidades de Hollywood que visitaban la ciudad, como sus amigos Gregory Peck y su esposa Veronique, o los príncipes de Mónaco Rainiero y Grace que recalaban en casa de Ava siempre que se desplazaban a Londres en visita no oficial. Cada vez que Sinatra actuaba en la ciudad, Gardner acudía al cercano Royal Albert Hall para aplaudirle, de la misma manera en que aplaudía la actuación de cualquier actor de segunda fila amigo suyo que interpretara un papel en cualquier teatrillo de repertorio del West End. Le encantaba un restaurante en particular en el bohemio barrio del Soho, el Peter-Mary, y por primera vez en su vida, Ava Gardner disponía de aparato de televisión. Según han relatado algunos de sus allegados, era fascinante verla despotricar de sí misma cada vez que se emitía alguna de sus antiguas películas.
El apartamento de Ava en Ennismore Gardens ocupaba toda la primera planta de un edificio de estilo Georgian de primeros de siglo que había sido reconvertido en lujosos flats residenciales. Su pasión por las antigüedades, que había cultivado durante sus años en España, era evidente en la decoración de las estancias, vestidas con valiosísimos muebles y objetos, muchos de ellos adquiridos en Madrid. Su conocimiento del negocio de las antigüedades era tal, que incluso comerciaba con ellas de manera profesional cuando se le presentaba la oportunidad, obteniendo buenos beneficios que la ayudaban a mantener su alto nivel de vida en los períodos en que no surgían ofertas para trabajar en el cine. Pese a no ser muy aficionada a los recuerdos, tenía fotografías de sus seres queridos por toda la casa, entre ellas una dedicada por su admirada Barbra Streisand y otra por Adlai Stevenson, candidato demócrata a la presidencia de los EUA al que ella y Sinatra apoyaron entregadamente durante la campaña electoral de 1952. Eso sí, de ella misma, solamente una imagen, la que le tomó el mítico Man Ray en 1950 y que la representaba como Pandora, fotografía que la actriz adoraba y que exhibió en todas las casas que tuvo desde entonces. En la bodega nunca faltaban los vinos españoles -Marqués de Riscal y Murrieta- y al lado del tocadiscos, las grabaciones de Frank Sinatra, algunas de ellas incluso repetidas. Le gustaba escucharle antes de acostarse, mientras se tomaba una copa.Las dos fotografías superiores muestran el elegante interiorismo del living room, con paredes cubiertas por paneles chinos de seda pintada a mano. Las puertas de los balcones que dan a la plaza son de estilo francés. A ambos lados de la chimenea, dos butacones-fauteil Louis XV y, sobre la misma, un espejo estilo George I. Sobre estas líneas, el comedor, también lleno de antiques. Ava, mujer de largas sobremesas, disfrutaba mucho en este espacio durante las visitas de sus amigos, a los que incitaba, con su proverbial falta de protocolo, a mover a un lado la mesa y las sillas para bailar. Abajo, la habitación de invitados, donde la actriz dispuso algunos de los objectos más interesantes de su colección, como una lampara colgante de cerámica china, un barómetro francés del siglo XIX o un candelabro-girandola italiano.
Ava Gardner murió en su amado hogar en el 34 de Ennismore Gardens el 25 de Enero de 1990, dulcemente, mientras dormía, víctima de una neumonía. Sus restos fueron trasladados a su localidad natal de Smithfield, Carolina del Norte, donde fueron enterrados en el Sunset Memorial Park junto a sus padres y hermanos fallecidos. Meses más tarde, el 21 de Noviembre, la prestigiosa Sotheby's organizó en su sede central en Londres una subasta -"The Ava Gardner Collection"- en la que se ofrecieron 324 lotes consistentes en objectos de decoración, mobiliario, obras de arte, joyas y vestuario pertenecientes al legado que la actriz dejó a su familia en los Estados Unidos.