viernes, 9 de octubre de 2009

Weird Toons # 31: "Claude Cat"

Si tuviéramos que seleccionar a uno de los personajes de la larga lista de characters de la división de animación de la Warner Bros. para ser el protagonista de un catálogo de transtornos emocionales, entre los cuáles encontraríamos la paranoia, la esquizofrenia, el desdoblamiento de personalidad y las crisis de ansiedad llevadas al extremo, no tendríamos ninguna duda: este es el terreno en el que Claude Cat se mueve como pez en el agua. Creado por Chuck Jones en 1941 para ser la némesis del ratón Sniffles (entonces, la gran estrella de la casa, muy por encima de Bugs Bunny y Daffy Duck), Claude Cat apareció en "Sniffles Bells the Cat" como el gato al que el astuto roedor debe poner el cascabel remedando el tradicional cuento infantil. Aquí, Claude todavía no tiene nombre, ni líneas de diálogo, ni tampoco una personalidad definida, pero su diseño abre la puerta a toda una pléyade de criaturas felinas que nutrirán los cartoons de la Warner durante más de dos décadas ininterrumpidas, sin nada que ver con la gran estrella gatuna del estudio, Sylvester, el cual no se adaptará ni en su idiosincrasia ni en el hilo argumental de sus cortos animados al arquetipo de gato casero convencional que representa Claude, cuyas historietas sí se enmarcan en un contexto absolutamente doméstico que nunca abandonará. Tras esta primera aparición en 1941, "The Aristo-Cat" (1943) comenzará a mostrar el lado extremadamente refinado y sibarita de Claude, aunque nos lo muestra todavía en situaciones alejadas del concepto middle-class, en este caso como un gato multimillonario con mayordomo particular del que Jones empieza a mostrar pinceladas de un futuro carácter neurótico.Las conocidas tendencias sádicas de Chuck Jones respecto a sus propios personajes encontraron en el pobre Claude su vehículo favorito. Cuando no era el blanco de las iras del omnipresente cánido de puños de acero y afilados colmillos que le usaba, entre siesta y siesta, como improvisado punching bag, se veía a merced de las crueles y rocambolescas maquinaciones de los ratones Hubie y Bertie, dos delincuentes de manual que, hoy en día, tendrían serios problemas para pasar la censura de la parental guidance. Con semejantes experiencias a sus espaldas, no es de extrañar que Claude Cat se viese convertido en un gato consumido por sus propios fantasmas personales, carente de autoestima, tendente a la depresión y al suicidio y habitual consumidor de toda clase de tranquilizantes y ansiolíticos que atesora compulsivamente bajo el cojín de su capazo para dormir. Como consecuencia del constante martirio al que se ve sometida su desgraciada psique, a Claude se le cae el pelo, duerme poco y mal -con recurrentes y aterradoras pesadillas- y sufre de repentinos ataques de tics que se manifiestan con mayor o menor virulencia dependiendo del estado de su maltrecho sistema nervioso. Todo un cuadro clínico que, sin embargo, ha hecho las delicias de los auténticos fans del mejor y, no obstante, más desconocido cartoon de la Warner Bros., sinónimo -todo hay que decirlo- del sello Chuck Jones.Nueve son los cortos que conforman la carrera de Claude Cat, destacando entre ellos "The Hypo-Chondri Cat" (1950), "Cheese Chasers" (1951) -ambos coprotagonizados por los mencionados Hubie y Bertie- y "Feline Frame-Up" (1954), junto al bulldog Marc Anthony y la dulce gatita Pussyfoot. En todos ellos, Claude es la víctima propiciatoria de un sinfín de ardides y malas artes de sus oportunos enemigos, que pondrán a prueba su frágil equilibrio mental llevándolo al borde de la locura y provocando en la audiencia, eso sí, una corriente de simpatía y compasión hacia el desgraciado felino. Corriente que no impidió, sin embargo, que Chuck Jones no siguiera adelante con las aventuras animadas del personaje más allá de 1954 con su último cartoon, "No Barking", en el cual Claude se ve desposeído de su estatus de gato doméstico para pasar a vivir en el vertedero municipal mientras trata de robarle a un remedo de Charlie Dog un hueso al que hincarle el diente. Sin duda, un curioso final para una carrera brillante que se sitúa fácilmente en los primeros puestos del ranking de personajes secundarios de la historia de los dibujos animados que han hecho grande, como ocurre con los intérpretes de reparto de carne y hueso, la historia del espectáculo.