Nunca he ocultado mi especial debilidad por las grandes actrices británicas, mujeres que pasaron su vida encima de los escenarios mientras desarrollaban una carrera paralela en la gran pantalla y, más tarde, incluso en la televisión, grandes damas que no pudieron resistir la llamada del cine y -hay que decir, en justicia- a las que el cine necesitaba para encarnar personajes arrancados de las páginas de autores teatrales como John Osborne, Harold Pinter, W. Somerset Maugham, Terence Rattigan, Noel Coward o Edward Albee. Actrices como Margaret Rutherford, Flora Robson, Margaret Leighton, Wendy Hiller, Hermione Gingold o Maggie Smith pasearon su arte por la pantalla sin abandonar nunca su actividad teatral, a la que regresaban siempre entre rodaje y rodaje.
Entre todas ellas quiero destacar a Gladys Cooper, una excelente actriz nacida en Lewisham, Londres, en 1888. Su primera aparición en escena tuvo lugar en 1905 con "Bluebell in Fairyland", pero no fue hasta 1922 cuando consiguió el éxito a partir de "The second Mrs. Tanqueray". A partir de ese momento, se convirtió en una de las más respetadas actrices del panorama teatral londinense, pese a que tanto la crítica como sus compañeros de profesión la acusaban de ser demasiado arrogante. Aldous Huxley llegó a decir de ella que era impasible y rígida, "actuando todo el tiempo como si fuese Galatea".
Entre todas ellas quiero destacar a Gladys Cooper, una excelente actriz nacida en Lewisham, Londres, en 1888. Su primera aparición en escena tuvo lugar en 1905 con "Bluebell in Fairyland", pero no fue hasta 1922 cuando consiguió el éxito a partir de "The second Mrs. Tanqueray". A partir de ese momento, se convirtió en una de las más respetadas actrices del panorama teatral londinense, pese a que tanto la crítica como sus compañeros de profesión la acusaban de ser demasiado arrogante. Aldous Huxley llegó a decir de ella que era impasible y rígida, "actuando todo el tiempo como si fuese Galatea".
Dame Gladys Cooper (que llegaría a ser nombrada por la Reina Elizabeth II Comandante de la Orden del Imperio Británico en 1967) había comenzado muy pronto su carrera en el cine, en 1913 en el film "The eleventh Commandment", actuando en diferentes películas inglesas hasta que Alfred Hitchcock marchó a los Estados Unidos en 1940 para el rodaje de su primera producción en Hollywood, "Rebecca", para la cual ofreció a la actriz el papel de Beatrice Lacy, la cuñada de la joven y atormentada protagonista interpretada por Joan Fontaine.
Su salto al cine americano dio frutos immediatos, empezando una notable carrera en el medio que alternó con producciones británicas, sin abandonar nunca los escenarios en una apretada agenda de trabajo que la convirtió en una presencia imprescindible.Gladys Cooper desarrolló magníficamente un personaje de mujer de clase alta, anclada en las tradiciones más rancias y portadora de inamovibles valores morales, siempre en contraposición con las ideas y movimientos de vanguardia y mostrando un enorme desconocimiento de las capas sociales medias y bajas, a las que desprecia con frases como "las clases trabajadoras no me inspiran curiosidad" ("Separate tables", 1958). Precisamente en esta película retoma uno de sus tipos más memorables, el de madre tiránica empeñada en conseguir la infelicidad de su prole a partir de un retorcido, malentendido y deformado instinto maternal. Su personaje de la encopetada señora Railton-Bell en esta gran adaptación de la obra de Terence Rattigan, acompañada por Deborah Kerr como su introvertida hija Sybil, despierta immediatamente el recuerdo de otro de sus papeles estelares, el de la señora Windle Vale de "Now, Voyager!", dirigida por Irving Rapper en 1942, en donde Cooper compone una progenitora dominante y feroz obsesionada en destrozar a toda costa la vida de su hija -interpretada por Bette Davis- manteniéndola encerrada en su adusta y victoriana mansión de Boston para protegerla de los ataques del mundo exterior. El gran público llegó, finalmente, a asociar a la actriz con este tipo de personajes en los que se movía como pez en el agua, a pesar de que su carrera se jalona de muchos otros de carácter dulce e incluso con un marcado acento naïf, como el de la madre de Lana Turner y Donna Reed en "Green Dolphin Street". Miss Cooper destacó también en sus apariciones en televisión en series de gran audiencia como "The Alfred Hitchcock Hour", "The Twilight Zone", "The Outer Limits", o en programas como los shows de Dick Powell o Ann Sothern.
En lo personal, Gladys Cooper se casó en tres ocasiones, siendo su primer marido el capitán Herbert Buckmaster en 1908 (con quien engendraría dos hijos) y, el segundo, el baronet Sir Neville Pearson en 1927 (con quien tendría una hija). Su matrimonio más estable fue con el actor Philip Merivale, con quien contrajo matrimonio en 1937 estableciéndose en Santa Monica, California, hasta la muerte de este en 1946.
Cooper regresó definitivamente al Reino Unido en sus últimos años, tomando parte en su país natal en algunos programas y series de televisión, y subiendo de nuevo a los escenarios, junto a Wendy Hiller y Leo Genn, en el montaje londinense de "A sacred flame". Falleció en su casa de Henley-On-Thames el 17 de noviembre de 1971.
Cooper regresó definitivamente al Reino Unido en sus últimos años, tomando parte en su país natal en algunos programas y series de televisión, y subiendo de nuevo a los escenarios, junto a Wendy Hiller y Leo Genn, en el montaje londinense de "A sacred flame". Falleció en su casa de Henley-On-Thames el 17 de noviembre de 1971.
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