En 1951, unos pequeños personajillos extraídos de la mitología celta compartieron cartel con una de las más populares estrellas animadas de la Warner, Porky Pig, en el corto dirigido por Chuck Jones "The Wearing of the Grin" (A Warner Bros. Merrie Melodies), cuyo curioso título hace referencia a una antigua balada irlandesa de 1798 en la que se glosaba la revolución de la Society of United Irishmen, una organización republicana cuyos miembros se distinguían por vestir de verde y llevar un trébol prendido en el sombrero. Durante ese violento período de la historia irlandesa, exponer esos símbolos públicamente estuvo penado con la horca. El guión escrito por Michael Maltese mezclaba los mencionados elementos históricos con otros procedentes de la cultura popular. Así pues, Porky Pig, en viaje de negocios -a juzgar por su aspecto de viajante de comercio- por la Irlanda rural se ve atrapado en una terrible tormenta nocturna. Buscará refugio en un castillo cercano, y allí es donde sufrirá las consecuencias de haberse topado con sus habitantes, una pareja de Leprechauns que conseguirán que el desventurado cerdillo casi pierda la razón. Las leyendas celtas cuentan que los Leprechauns son duendes que habitan las tierras irlandesas desde el albor de los tiempos y, como casi todas las criaturas de la tradición irlandesa, tienen una existencia dual, medio espiritual y medio terrenal. Estos duendes pasan el tiempo fabricando zapatos, mientras protegen obsesivamente sus incalculables tesoros y riquezas. En realidad, los Leprechauns son capaces de fabricar un solo zapato, nunca el par completo, y la maledicencia popular achaca esta circunstancia al abuso que estos duendecillos hacen de la cerveza. De hecho, el nombre Leprechaun procede del vocablo irlandés Luprachán, que significa "el que hace un zapato".
Extremadamente inteligentes, los Leprechauns siempre consiguen desbaratar los planes de aquellos que pretenden apoderarse de su oro. Los Leprechauns de este cartoon, O' Pat y O'Mike, no desmentirán la casta y, desde el primer momento, suponen que Porky ha llegado al castillo para robar su más preciada posesión: una olla llena de monedas de oro. Para desembarazarse de él, le someten a un absurdo juicio en el que le condenarán a llevar los "Zapatos Verdes", un calzado -esta vez, el par- dotado de vida propia que corre, salta y baila sin que el infortunado que lo lleva puesto pueda hacer nada para evitarlo. Finalmente, Porky consigue -por supuesto- escapar de allí como alma que lleva el Diablo, mientras los duendecillos vestidos de verde se felicitan mutuamente por haber conseguido, una vez más, proteger su patrimonio de la codicia de los humanos.
2 comentarios:
Muy buena la observacion... Te felicito por tu analisis.
Muy buena tu observacion, y tu analisis. Te felicito por las relaciones.
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