lunes, 4 de agosto de 2008

La Tierra contra "Los Invasores"

Un automóvil transita, en una oscura noche, por una desértica carretera en algún lugar del medio oeste de los Estados Unidos. Su conductor, David Vincent, un joven arquitecto agotado por el cansancio y vencido por el sueño. Circulando por lo que cree que será un atajo a su destino, se da de bruces con la increíble visión de un enorme platillo volante posándose sobre la tierra yerma que se extiende ante él. Se trata de seres inteligentes, procedentes de un mundo lejano que está desapareciendo. Su única posibilidad de sobrevivir está en conquistar nuestro planeta y colonizarlo a partir de una invasión solapada, lenta pero segura, emmascarados en su apariencia perfectamente humana. David Vincent tiene que prevenir al mundo de lo que ha visto y de lo que sabe, pero... ¿quién va a creerle?
Este es el prometedor arranque del primer episodio de "The Invaders", emitido el 10 de enero de 1967 y que immediatamente contó con el beneplácito de la crítica y el público. La posibilidad planteada por la serie de que nuestro planeta podría ser objeto de codicia por parte de una inteligencia alienígena superior a la nuestra atrapó a una audiencia ya familiarizada con el tema gracias a las producciones de ciencia ficción que se habían apoderado de las salas de exhibición cinematográfica desde los primeros años cincuenta. "The Invaders", con su sencillo planteamiento que evitaba caer en la trampa de un exceso de efectos especiales y de argumentos totalmente increíbles, aportó a un público altamente motivado considerables dosis de intranquilidad, pues la situación que proponía la serie podía estar ocurriendo en aquellos mismos momentos sin que nadie pudiese estar percatándose de ello. En la primavera de 1965, el productor Quinn Martin andaba a la búsqueda del que sería el protagonista de su nueva producción para la televisión. Tenía que ser un actor alto, apuesto y de masculino atractivo sobre el que recaería el peso interpretativo de la serie, acompañado en cada episodio por diferentes estrellas invitadas (finalmente, una larga lista de grandes nombres como Michael Rennie -un guiño a su personaje en "Ultimátum a la Tierra"- Diane Baker, Suzanne Pleshette o Burgess Meredith). De modo casual, entró en contacto con Roy Thinnes, un actor que respondía a las exigencias del personaje y que se hallaba entonces interpretando la serie "The Long Hot Summer", producción que tuvo que ponerse a buscar, a toda prisa, otro actor para sustituirle en la adaptación de la obra de Tennessee Williams. Thinnes se unió al equipo de Quinn Martin Productions, que trabajaba en los estudios Samuel Goldwyn en la construcción de los costosos decorados para las escenas de interiores, especialmente los de las naves extraterrestres. Para conseguir el mayor realismo posible en las escenas con los platillos volantes, se hicieron tres modelos de distintos tamaños, utilizados en función de las necesidades de cada secuencia en la que iban a aparecer. Los guiones de los episodios fueron encargados a diferentes autores partiendo de la idea original de Larry Cohen, quien se había puesto en contacto con el Instituto de Estadística de los EUA para aseverar el dato de que uno de cada cuatro ciudadanos americanos aseguraba haber visto un OVNI en algún momento de su vida. Uno de los más inquietantes elementos de "The Invaders" radicaba en las especiales características de los invasores alienígenas, a simple vista tan humanos como cualquiera de nosotros. David Vincent, el protagonista interpretado por Roy Thinnes, acaba por establecer algunos ítems básicos para diferenciarles de los terrícolas: no tienen pulso ni ritmo cardíaco, dado que carecen de corazón, su dedo meñique está inseparablemente unido a su anular y, cuando mueren, se desintegran en una brillante luz roja. "The Invaders" fue un considerable fenómeno que comportó el lanzamiento de distintos productos de merchandising, siendo tal vez los más populares la maqueta del platillo volante alienígena -fabricada por Hobby y Aurora, entre otras marcas- y la serie de comics editada entre 1967-1968 por la Gold Key. La serie se prolongó en la ABC durante dos temporadas, hasta la emisión del último capítulo el 26 de marzo de 1968. Con el paso del tiempo, "Los Invasores" se ha convertido en una clásico de la pequeña pantalla, en el que se han inspirado muchas producciones posteriores, tanto para el cine como para la televisión.

domingo, 3 de agosto de 2008

Una O'Connor: el temperamento irlandés

Desconfiados, cascarrabias, resabiados y puñeteros, los personajes que Una O'Connor encarnó en la gran pantalla estaban impregnados de las raíces irlandesas de esta notable actriz, cuya carrera sobre los escenarios llegó a ser tanto o más importante que la que desarrolló en el cine. O'Connor, dueña de una particular e impertinente voz que supo adaptar a las especiales características de los papeles que se le ofrecían, destacó en numerosos roles secundarios como el ama de llaves o señora de compañía eternamente enfadada con el mundo. En este sentido, resultan inolvidables sus creaciones en "Bride of Frankenstein" y "The Invisible Man", ambas bajo la dirección de su buen amigo James Whale, a las órdenes de Billy Wilder en "Testigo de Cargo", de la mano de Michael Curtiz en "The Adventures of Robin Hood", de George Cukor en su versión de "David Copperfield" o bajo la batuta de John Ford en "The Informer". En todas estas y otras muchas producciones, Una O'Connor dejó sentado un arquetipo único e irrepetible dotado de tal anacronismo que lo hacía funcionar con la precisión de un reloj suizo sin tener en cuenta el período histórico en el que se emmarcaba la acción del film. Nacida Agnes Teresa McGlade en Belfast, Irlanda, en 1880, creció en el seno de una familia católica nacionalista, adoptando su nombre artístico al pasar a formar parte de la compañía del Abbey Theatre de Dublín. Trabajó en los escenarios durante muchos años, curtiéndose en teatros de Irlanda e Inglaterra hasta que, en 1930, apareció en la película de Alfred Hitchcock "Murder" y, más tarde, en la producción de Frank Lloyd de la obra de Noel Coward "Cavalcade". Esta última supuso para Una O'Connor el inmediato reconocimiento internacional en un film que se alzó con tres premios de la Academia, uno de ellos a la Mejor Película de 1933, lo que la hizo acreedora de un pasaporte a Hollywood donde se presentó ante el público estadounidense con "Horseplay".
Pese a contener apariciones en films absolutamente intrascendentes, la carrera americana de O'Connor está plagada de grandes éxitos a los que aportó su maestría como comedy relief: en "Bride of Frankenstein" (1935) como la criada metomentodo de un Colin Clive en plena relación de amor-odio con su criatura de laboratorio, Boris Karloff, y en "The Adventures of Robin Hood" (1938) como el aya de una Marian-Olivia de Havilland rendida a los encantos de un Robin de Locksley interpretado por el bellísimo Errol Flynn. Más tarde, sería la madre de un acobardado Charles Laughton en "Esta tierra es mía" (1943), actor al que volvería a acompañar en "The Canterville Ghost" (1944). Como la mayoría de los grandes intérpretes de reparto de la industria del cine, O'Connor comenzó a trabajar para la televisión a finales de la década de los cuarenta. Sus pocas apariciones en la gran pantalla a partir de ese momento son prácticamente irrelevantes, incluyendo una curiosa escapada a Italia en 1952 para participar en una comedia rodada en Cinecittà, "Don Calogero", junto a Barry Fitzgerald. Tendría que llegar 1957 para que le fuese ofrecido un gran personaje de absoluto lucimiento en la que sería su última película, "Witness for the Prosecution", dirigida por Billy Wilder y en la que brillaría especialmente entre unos inmensos Charles Laughton, Tyrone Power, Marlene Dietrich y Elsa Lanchester. Esta adaptación de la obra de Agatha Christie le permitió retomar el rol de Janet McKenzie, la mucama sorda y gruñona de una adinerada viuda londinense víctima de asesinato, que tan buenas críticas le había reportado durante el período 1954-1956 en el escenario del Henry Miller's Theatre de Broadway.
Una O'Connor se retiró después de su participación en el film de Wilder, falleciendo en Nueva York el 4 de febrero de 1959 a los 78 años de edad.

sábado, 2 de agosto de 2008

Weird Toons # 15: "Boris Badenov & Natasha Fatale"

A finales de la década de los cincuenta y comienzos de la de los sesenta, el auge de las películas de agentes secretos llegó a su plenitud, sin duda auspiciado por la escalada de la Guerra Fría y, más tarde, el éxito de la serie de James Bond 007 protagonizada por Sean Connery. Muchos fueron los cartoons que se apuntaron a la moda del espionaje internacional, destacando entre todos ellos las producciones de Jay Ward "Rocky and his Friends" (1959-1961) y "The Bullwinkle Show" (1961-1964). En estas series de animación, la ardilla voladora y el alce protagonistas se enfrentaban sin tregua a esta pareja de malvadísimos espías de apelativos y reminiscencias indudablemente soviéticas y que trabajaban a las órdenes del oscuro gobierno del imaginario país de Pottsylvania. Para conseguir ejecutar sus planes, no dudarán en utilizar las más retorcidas y despiadadas artimañas, generalmente echando mano de los más ridículos y previsibles disfraces.Natasha -alta, delgada, misteriosa y atractiva- está inspirada en la actriz Tallulah Bankhead. Incluso su costumbre de llamar a todo el mundo darling es un guiño a la atrevida y mundana estrella cinematográfica de los años treinta. Natasha parece ser sensiblemente más lista y prudente que su compañero Boris -con quien nunca llegaremos a saber, a ciencia cierta, qué clase de relación mantiene exactamente- aunque comparte con él su pasión por planear y ejecutar los más delictivos actos criminales. Boris, en cambio, es menos reflexivo que su adlátere femenino, lo que le lleva a cometer frecuentes e irreparables meteduras de pata. Su carácter explosivo y su particular acento son un homenaje al actor de orígenes armenios Akim Tamiroff. Estos personajes fueron doblados por June Foray y Paul Frees. Los programas de Rocky y Bullwinkle fueron los más famosos jamás producidos por la factoría de Jay Ward, de la que salieron otras series animadas como la disparatada "Super Chicken", la popular "George of the Jungle", "Crusader Rabbit" o "Tom Slick", y en la que también nacieron personajes para la publicidad de marcas comerciales como el Cap'n Crunch de los famosos cereales de la Quaker Oats Company.