Con su immensa dignidad y flema británicas puestas al servicio de multitud de personajes, Norma Varden fue la única posible sucesora de Margaret Dumont. Su aspecto de matrona victoriana y su capacidad innata para caer en la cursilería -eso sí, del modo más elegante- la hicieron ideal para elaborar un prototipo de dama de clase alta que, a diferencia de la gran Dumont (a costillas de la cual se reían los Hermanos Marx), sabía mofarse de sí misma cuando la ocasión lo requería. Varden aportó a Hollywood un barniz de juego de té de porcelana china y de british cookies tomadas con guante blanco de una bandeja de plata imprescindible en muchísimas comedias producidas en los años cincuenta y sesenta, junto a otras importaciones made in Britain de la calidad de Hermione Gingold o Margaret Rutherford. Nacida en Londres en 1898, Norma Varden fue una niña prodigio que a muy corta edad tocaba el piano, por lo que sus progenitores decidieron enviarla a estudiar música a París. Años después, decidiría cambiar la vocación musical por la de la interpretación, viendo en esta última mayores posibilidades de encontrar una salida profesional. Su debut en el West End londinense se produjo en 1920, pasando a formar parte de la compañía del Aldwych Theatre en la cual se establecería desde 1929 hasta 1933. En 1931 había comenzado a trabajar en películas británicas en las que -abocada a lo que sería una constante en su carrera- aparecía, generalmente, en roles de dama de la alta sociedad.Una visita a California buscando el clima cálido de la costa del Pacífico para tratar de restablecer la salud de su madre -ya viuda- a principios de los años cuarenta la decidió a permanecer en Hollywood, donde pronto fue una presencia notable en películas como "Casablanca", "The White Cliffs of Dover" o "Forever Amber". En 1951 se puso a las órdenes de Alfred Hitchcock en "Strangers on a train", y en 1953 fue Lady Beekman, la encopetada esposa de Charles Coburn, en la deliciosa comedia de Howard Hawks "Los Caballeros las prefieren rubias" junto a Marilyn Monroe y Jane Russell. En 1957 sería Emily French, la adinerada víctima de los manejos de Tyrone Power y Marlene Dietrich en "Testigo de Cargo", de Billy Wilder. Su último personaje de relevancia fue en "Sonrisas y lágrimas" (1965) como Frau Schmidt, el ama de llaves de la numerosa familia Trapp en el musical de Robert Wise protagonizado por otra insigne británica, Julie Andrews. En esta película, Varden estuvo a punto de hacerse con el importante papel de la Madre Superiora, aunque este, finalmente, fue a parar a manos de Peggy Wood.
Si bien la actriz inglesa no volvió a reverdecer laureles en la gran pantalla, donde aceptaría interpretar papeles casi inexistentes en unas cuantas producciones de poca trascendencia, Varden se prodigó con garbo en la television a partir de 1952, apareciendo en diferentes programas como "I Love Lucy", "The Loretta Young Show", "The Real McCoys" o "The Betty Hutton Show". En la década de los sesenta, coincidiendo con la era dórada de las series en color, apareció en algunas de las más famosas producciones para la pequeña pantalla. Desde la acción de "Batman" hasta la mágica "Embrujada", de las aventuras detectivescas de "Perry Mason" a la fantasía de "Disneyland", Norma Varden aportó su personalidad y talento a una época irrepetible de la televisión. Asimismo, interpretó con regularidad el papel de Harriet Johnson, la vecina de los Baxter, junto a Shirley Booth en la entrañable "Hazel".
Norma Varden, que se mantuvo siempre soltera, se retiró en 1969 poco después de la muerte de su madre. A partir de ese momento, se volcó en su labor como portavoz del Screen Actor's Guild, donde se esforzó en conseguir mejores beneficios médicos para el colectivo de actores y actrices retirados. Varden falleció el 19 de enero de 1989, un día antes de su 91 cumpleaños.
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