Desconfiados, cascarrabias, resabiados y puñeteros, los personajes que Una O'Connor encarnó en la gran pantalla estaban impregnados de las raíces irlandesas de esta notable actriz, cuya carrera sobre los escenarios llegó a ser tanto o más importante que la que desarrolló en el cine. O'Connor, dueña de una particular e impertinente voz que supo adaptar a las especiales características de los papeles que se le ofrecían, destacó en numerosos roles secundarios como el ama de llaves o señora de compañía eternamente enfadada con el mundo. En este sentido, resultan inolvidables sus creaciones en "Bride of Frankenstein" y "The Invisible Man", ambas bajo la dirección de su buen amigo James Whale, a las órdenes de Billy Wilder en "Testigo de Cargo", de la mano de Michael Curtiz en "The Adventures of Robin Hood", de George Cukor en su versión de "David Copperfield" o bajo la batuta de John Ford en "The Informer". En todas estas y otras muchas producciones, Una O'Connor dejó sentado un arquetipo único e irrepetible dotado de tal anacronismo que lo hacía funcionar con la precisión de un reloj suizo sin tener en cuenta el período histórico en el que se emmarcaba la acción del film. Pese a contener apariciones en films absolutamente intrascendentes, la carrera americana de O'Connor está plagada de grandes éxitos a los que aportó su maestría como comedy relief: en "Bride of Frankenstein" (1935) como la criada metomentodo de un Colin Clive en plena relación de amor-odio con su criatura de laboratorio, Boris Karloff, y en "The Adventures of Robin Hood" (1938) como el aya de una Marian-Olivia de Havilland rendida a los encantos de un Robin de Locksley interpretado por el bellísimo Errol Flynn. Más tarde, sería la madre de un acobardado Charles Laughton en "Esta tierra es mía" (1943), actor al que volvería a acompañar en "The Canterville Ghost" (1944). Como la mayoría de los grandes intérpretes de reparto de la industria del cine, O'Connor comenzó a trabajar para la televisión a finales de la década de los cuarenta. Sus pocas apariciones en la gran pantalla a partir de ese momento son prácticamente irrelevantes, incluyendo una curiosa escapada a Italia en 1952 para participar en una comedia rodada en Cinecittà, "Don Calogero", junto a Barry Fitzgerald.
Una O'Connor se retiró después de su participación en el film de Wilder, falleciendo en Nueva York el 4 de febrero de 1959 a los 78 años de edad.
1 comentario:
Un merescut homenatge a una estupenda actriu de carácter.
la seva coneixença amb Laughton (amb qui coincideix en un bon nombre de pel·lícules, com has comentat) ve de lluny, quan el 1929 ambdós van formar part del coratjós repartiment que va estrenar la polémica (llavors) obra de Sean O'Casey "the Silver Tassie", obra rebutjada per l'Abbey Theatre i que es va haver d'estrenar a Londres.
A la Mander and Mitchenson Collection a Greenwich, tenen una interessant carpeta dedicada a ella, amb una bona quantitat de cartes personals. recordo una fotografia d'ella que menciona un "hobby" poc conegut: la O'Connor era esculptora aficionada!
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