sábado, 7 de marzo de 2009

"Venus era mujer" o la quintaesencia del ideal clásico

Hollywood, 1948. Ava Gardner seguía, imparable, ascendiendo en su categoría de gran estrella de la pantalla, siendo una de las caras más reproducidas en las portadas de las revistas de la época, las cuales aireaban sus aventuras amorosas -en realidad, fotos promocionales filtradas por la Metro-Goldwyn-Mayer a la presse du coeur de la ciudad- al mismo tiempo que se hacían eco, con mayor o menor entusiasmo, de sus apariciones en la pantalla. Gardner no estaba, desde luego, demasiado contenta con el trato que estaba recibiendo por parte de la MGM, en donde seguían resistiéndose a ofrecerle papeles de envergadura mientras la explotaban como estandarte de su más alto glamour. De hecho, el mayor éxito de la actriz hasta ese momento había sido "Forajidos", mítica cinta del mejor cine negro en la que se adaptaba un relato corto de Ernest Hemingway, "The Killers", junto a otro gran aspirante a luminaria fílmica, un viril Burt Lancaster mostrando su cara más brutal. "Forajidos" fue producida por la Universal Pictures en 1946, para la que solicitó a la Metro la cesión de Gardner por una considerable suma de dinero, del cual la actriz solo percibiría un irrisorio porcentaje. Así, prestada, alquilada o cedida a otros estudios, Gardner languidecía entre las paredes del lot de la MGM mientras ni Louis B. Mayer, el todopoderoso mandamás del estudio, ni ninguno de sus asesores parecían darse cuenta del diamante en bruto que tenían entre las manos.
Dos años más tarde de la producción de "Forajidos", la Universal se hallaba preparando la trasposición fílmica del que había sido un éxito de la cartelera de Broadway basado en la novela de Thomas Anstey Guthrie "The Tinted Venus", con música de Kurt Weill y texto de S. J. Perelman y Ogden Nash. La película se titularía igual que su precedente sobre los escenarios, "One touch of Venus" (que se estrenaría en España como "Venus era mujer"), conllevando la producción de la misma un delicado dilema: ¿quién podría resultar creíble como encarnación de la diosa clásica del amor y la belleza? La respuesta estaba cantada, ya que todo Hollywood sabía que solamente el rostro único de Ava Gardner podía atreverse a asomarse a la pantalla bajo la personalidad de la deidad mitológica. Así, la Universal volvió a solicitar a la Metro-Goldwyn-Mayer que le cediese a su estrella en exclusiva, y de nuevo Ava Gardner trabajó para otro estudio, en esta ocasión junto al actor Robert Walker y bajo la dirección de William A. Seiter.
"One touch of Venus" narra, en clave musical, la peripecia de un tímido y mediocre escaparatista de unos grandes almacenes de Nueva York, Eddie Hatch, el cual, sin pretenderlo, da vida a la estatua de la Venus Anatoliana que su jefe y dueño de los almacenes, el señor Savory, ha adquirido en el Peloponeso para exhibir en su establecimiento. La Venus revivida, naturalmente, se encarna en los rasgos de una Ava Gardner insultantemente bella y vestida con una ligera clámide blanca que permitía intuir su estilizada figura. Tan ligera era, por cierto, la blanca prenda que un empleado de los estudios tenía la misión de seguir a la actriz con una estufa portátil allá donde se dirigiese para evitar que se enfriara. Para la realización de la estatua que debía tomar vida la Universal contrató los servicios del escultor Joseph Nicolosi, quien modeló a Ava Gardner con el pecho desnudo, tal como dictaban los cánones estéticos de la antigüedad clásica. Los directivos de la Universal, por descontado, se echaron las manos a la cabeza exigiendo a Nicolosi que cubriera púdicamente el busto de la escultura tomando como referencia la túnica que el diseñador Orry Kelly había creado para la actriz.
El rodaje de la película no resultó sencillo para Ava Gardner. Su coprotagonista, Robert Walker, era un hombre acomplejado que arrastraba un enorme problema con el alcohol desde su separación de la que había sido su esposa, la actriz Jennifer Jones. La Universal, al tanto del problema, intentó evitar que el actor consumiera su habitual y desmesurada dosis diaria de alcohol poniéndole al cuidado, dia y noche, de un preparador físico con el que convivía en un apartamento dentro de los estudios. Los complejos de Walker, que le tenían completamente atormentado, llegaban a tales extremos que se hacía forrar su ropa con hombreras y toda clase de rellenos para aumentar su corpulencia física. Gardner, sintiendo por su compañero una lástima immensa, se propuso echarle una mano, sacándole a cenar o a bailar -siempre seguidos de cerca por el férreo control de los estudios- para conseguir mejorar su ánimo. El habitual cretinismo de ciertos sectores de la prensa, naturalmente, confundió una tierna amistad con ese "algo más" que tantos periódicos y revistas vendía, y se airearon falsos rumores acerca de una posible relación entre ambos.
Las canciones de Ava, románticas y pegadizas, fueron dobladas por una cantante profesional, situación que anticipaba la costumbre de doblar por sistema a la actriz pese a que su voz, "sin ser la de Lena Horne" (Gardner dixit), era agradable y bien timbrada. El resto del reparto estaba integrado por nombres populares como los de Eve Arden, Olga San Juan, el cantante Dick Haymes -entonces marido de Rita Hayworth- y el característico Tom Conway. Pese a todo ello, la cinta resultó un fracaso de taquilla que la crítica acogió con reservas evidentes. Gardner tuvo que ver como se ensañaba con ella parte de la prensa, especialmente la columna del New York Times que escribía Bosley Crowther, reconocido detractor de la joven estrella, quien aseguró que "como actriz, Miss Gardner continúa siendo una estatua". En cualquier caso, la posterior trayectoria de Ava Gardner ha hecho que la película figure en las enciclopedias de cine, pasando a ser su imagen vestida con la clámide olímpica parte indisoluble de su mito.

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