"Krazy Kat" pertenece a uno de los más extraños universos de la historia del cartoon, una dimensión creada en 1913 por el dibujante norteamericano George Herriman y que tuvo una larga carrera entre las tiras cómicas que se publicaban en los periódicos del imperio Hearst, exactamente veintiún años hasta 1944. Entroncando, ideológica y artísticamente, con las nuevas vanguardias que revolucionaron el mundo del arte desde los inicios del siglo XX, "Krazy Kat" es un fabuloso muestrario de las tendencias plásticas imperantes en su época. En las comic strips de Herriman intuímos elementos pertenecientes al Cubismo más salvaje y primitivo que estaba desarrollando, en París, Pablo Picasso, y todas las situaciones que envuelven a los personajes parecen reproducir mundos surrealistas extraídos de la imaginación de René Magritte o de André Breton, así como la reproducción constante de objetos de uso cotidiano pasados por el tamiz de Marcel Duchamp o de Joan Miró.
Las historietas de "Krazy Kat" ocurren en un lugar llamado Coconino County que, pese a lo estrafalario de su nombre, existe realmente en el estado de Arizona, tierra del Gran Cañón y de parajes abiertos y desérticos, cuajados de cactus y de extrañas formaciones rocosas en las que se inspiran los fondos dibujados por George Herriman para situar las aventuras de sus personajes. En las tiras dibujadas, los protagonistas principales son "Krazy", un gato de sexo indefinido que vive eternamente enamorado de Ignatz, un ratón cuya misión en la vida parece ser mostrar constantemente un feroz antagonismo hacia "Krazy" y cuyo modo material de patentizar toda la virulenta inquina que siente hacia él/ella es arrojarle con la mayor de las sañas ladrillos a la cabeza. El efecto, por cierto, resulta totalmente contraproducente, dado que a mayor número de ladrillos que dan en el blanco aumenta proporcionalmente la pasión y el deseo de "Krazy" por el grosero, cretino y obtuso roedor.
En el enloquecido mundo de Coconino County habitan otros muchos personajes, animales de aspecto antropomórfico entre los que destaca Offissa Pupp, una suerte de can metido a jefe de policía que oculta un secreto amor por "Krazy" y que se desvive por protegerle/a de los desmanes y de las activitades delictivas de Ignatz, el cual acaba siempre en el calabozo de la cárcel local. Este rebuscado triángulo amoroso, base de casi todos los argumentos desarrollados por Herriman en sus dibujos para la prensa, ofrece una nueva y diferente concepción del más romántico amour fou aunado a grandes dosis de hilarante humor, violencia gratuita y constante confusión sexual. Esta última característica se repite constantemente en gran parte de las aventuras dibujadas de los personajes que triunfaron en los años anteriores al desastre económico de 1929 y a la ola de conservadurismo y mojigatería que le siguió y que inundó los Estados Unidos a partir de la década de los treinta.
En 1916 se produjeron algunos cortos animados con las historias de "Krazy Kat", aplicando la técnica del "bocadillo" usada en el ámbito gràfico para colocar los diálogos de los personajes, coincidiendo con el momento de mayor popularidad de las tiras cómicas que se evidenciaría en su pase al prime time de los domingos a página completa. Cuando dejó de publicarse en los periódicos en 1944, "Krazy Kat" durmió el sueño de los justos hasta que, en 1961, King Features Syndicate comenzó la producción de una serie de cartoons en color para la televisión. La KFS, que ya era propietaria de los derechos de los personajes de Herriman al formar parte de la corporación Hearst fundada en 1915 por el magnate William Randolph Hearst, distribuyó mundialmente las nuevas aventuras de "Krazy Kat", esta vez más adecuadas para el público infantil, principal target de la nueva serie animada. El retoque más evidente fue la tajante adjudicación de sexo femenino para "Krazy", alejando así definitivamente toda posible sombra de homosexualidad en la curiosa relación de los tres carácteres protagonistas.
Los 29 nuevos cartoons de la KFS basados en el personaje de Herriman fueron conocidos en España y Latinoamérica como "La Gata Loca", trivial y prácticamente literal traducción de su apelativo original cargado de connotaciones mucho más subterráneas. Los dibujos animados de los sesenta dirigidos por Seymour Kneitel no han pasado, por supuesto, a la historia de la más brillante animación universal, pero representan una simpática trasposición de unos personajes absolutamente iconoclastas al mundo infantil en un intento de acercarlos a los más pequeños en una serie que, no obstante, gustó también a los adultos que ya conocían, de antemano, el personaje, el cual se ha convertido, actualmente, en un icono intelectual de primer orden del que se han escrito ensayos y se han realizado profundos estudios por parte de los más afamados filósofos y sociólogos.
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