De la época dorada de la televisión de mi infancia recuerdo con especial nostalgia la franja horaria que transcurría, felizmente, antes del Telediario de la noche. Televisión Española dedicó, durante muchos años, ese lapso de tiempo a emitir series para el consumo de toda la familia y, aunque hoy en día cueste creerlo, ese espacio era un momento de máxima audiencia diaria. Así, productos como "Los Walton", "Con ocho basta" o "Grizzly Addams" gozaron de gran predicamento entre el público de los setenta en esas horas vespertinas (los highlights seriados se reservaban para el fin de semana: "Charlie's Angels" para la tarde del sábado y "La Casa de la Pradera" para la sobremesa del domingo). De entre esa programación de los weekdays dejó en mí una importante huella una serie basada en el que había sido, en 1968, uno de los mayores éxitos cinematográficos del nuevo cine de ciencia ficción que se asomó a las pantallas a finales de la década de los sesenta, "El Planeta de los Simios".
La serie homónima producida en 1974 por Herbert Hirschman y Stan Hough para la CBS fue, para mi generación, el descubrimiento del universo POTA (para los no iniciados, siglas que utilizan los fans americanos para referirse a todo el tinglado de secuelas y series organizado por la saga de "El Planeta de los Simios" en los últimos cuarenta años) cuando muchos de nosotros aun no habíamos tenido la oportunidad de ver la película original protagonizada por Charlton Heston en su estreno en las salas de exhibición cinematográfica, entre otras consideraciones porque el censor de turno le puso una calificación que impedía a los menores poder verla, no se sabe a ciencia cierta si por el exhibicionismo de su protagonista -siempre presente, pero llevado aquí extremos casi indecentes- o por su carga de profundidad religiosa, política y moral. La censura eclesiástica de los últimos estertores del régimen franquista -que aún no había acertado a comprender las teorías de Darwin- debió echarse las manos a la cabeza al visionar un mundo gobernado por especies inferiores no evangelizadas, temática no apta para infantes recientemente catequizados como era mi caso, entonces un tierno infante que aprendía a sangre y fuego las virtudes cristianas junto a los padres escolapios.
La serie estaba protagonizada en sus papeles principales por Roddy McDowall, quien ya llevaba a sus espaldas las cinco películas realizadas para la pantalla grande sobre la saga simiesca interpretando, en las tres primeras entregas, al científico Cornelius y, en las dos últimas, a su hijo, el rebelde César, y por los actores televisivos Ron Harper y James Naughton como los astronautas cuya nave espacial viaja mil años adelante en el tiempo para regresar a un planeta Tierra dominado por simios inteligentes que han reducido a los humanos a simples esclavos. Para mi anecdotario sentimental, debo mencionar la profunda impresión que causó en mis tiernos diez u once añitos el físico del señor Naughton, caballero de notables atribuciones viriles que despertaría en mí una precoz desazón. Recuerdo que colgué en mi habitación, junto a los últimos iconos de una infancia a punto de desaparecer, un póster representando a Naughton como el astronauta Burke y que extraje de las páginas centrales de alguna revista, hecho que motivó cierto desasosiego en el núcleo familiar y abrió un debate recurrente que hallaría confirmación pocos años después.
Roddy McDowall se implicó en la producción de la serie televisiva basada en las películas basadas, a su vez, en la novela original del autor francés Pierre Boulle por su íntima relación con todo el proyecto de "Planet of the Apes" desde los tiempos de la preproducción de la primera cinta para la pantalla grande dirigida por Franklyn J. Schaeffner y producida por Arthur P. Jacobs. McDowall llegó a identificarse completamente con el espíritu POTA y con sus personajes de Cornelius y César, a los que llevaba interpretando desde hacía más de cinco años. El papel que le fue ofrecido en la serie televisiva, el intelectual chimpancé Galen, no era más que una revisitación de Cornelius-César en la que el actor pudo recuperar las habilidades interpretativas desarrolladas en las películas para la 20th Century-Fox, consiguiendo -con el ejercicio de la sobreactuación- dotar de credibilidad y de expresión facial a lo que no era más que una elaborada máscara de gomaespuma. McDowall, londinense afincado en Hollywood desde que no era más que un actor infantil que trabajó en "¡Qué verde era mi valle!", y en "Lassie Come Home" junto a una niña de once años llamada Elizabeth Taylor, fue uno de los intérpretes de reparto más populares del cine americano. Entre sus trabajos más recordados merecen ser destacados el Malcom de la versión firmada por Orson Welles en 1948 de "Macbeth", su encarnación de Octavio en la gigantesca "Cleopatra" (1963) de J. L. Mankiewicz, y del camarero Acres en "La aventura del Poseidón" (1972). Así mismo, McDowall desarrolló una importante carrera en la televisión a partir de 1960 que le llevó a participar en episodios de series como "The Twilight Zone", "The Alfred Hitchcock Hour" o "The Invaders", por citar algunos ejemplos de una extensísima lista. McDowall llegó a dirigir un proyecto personal para la pantalla grande en 1969, "La Viuda del Diablo" (también conocida como "Tam-Lin" o "The Ballad of Tam"), sugerente historia basada en una leyenda popular irlandesa en la que ofreció el protagonismo absoluto a su buena amiga de los años del Hollywood clásico Ava Gardner. El film resultó un fracaso comercial que espera, todavía, su recuperación como uno de los experimentos oníricos más sorprendentes de la psicodelia de los años sesenta.
El rodaje de la serie de televisión "Planet of the Apes" comenzó en 1974 en las mismas localizaciones donde se rodaron las películas originales para la pantalla grande, una zona actualmente conocida como Malibu Creek State Park que, antiguamente, formaba parte de los terrenos propiedad de la 20th Century-Fox. Se utilizaron los mismos decorados de la ciudad de los simios que fueron construidos en 1968, y también los moldes originales para volver a crear las máscaras que permitían convertir a los actores en chimpancés, gorilas y orangutanes diseñadas por el maestro protésico John Chambers. El guión reseguía la línea argumental de la primera película con Charlton Heston, mostrando a dos astronautas, Naughton-Burke y Harper-Virdon, intentando sobrevivir a la nueva situación de la Tierra en el año 3085 con la ayuda del renegado chimpancé Galen y en constante peligro ante la hostilidad demostrada hacia ellos por el jefe militar gorila, el general Urko (Mark Lenard), azuzado por el orangután Zaius (Booth Colman), cabeza visible del sistema político-social de los simios y que desea la destrucción de toda evidencia de superioridad humana.
La serie contó, finalmente, tan solo con catorce episodios rodados, de los cuales se emitieron solamente trece en una temporada que abarcó de septiembre a diciembre de 1974 en su emisión original en los Estados Unidos a través de la CBS. La razón de tan corta existencia hay que buscarla en la dura competencia a la que debió enfrentarse "Planet of the Apes", en lucha con series de gran éxito que provocaron un evidente descenso en los índices de audiencia. A pesar de ello, el tema de los simios no tardó demasiado en ser retomado ya que, al año siguiente, Depatie-Freleng Enterprises (productora de los cartoons de "La Pantera Rosa") estrenó en la NBC una serie de dibujos animados, "Return to the Planet of the Apes", de la que se produjeron 13 episodios de 30 minutos de duración cada uno de ellos.
1 comentario:
A mi me pasó lo mismo... La serie me encantaba, pero sobre todo la anatomía de uno de sus protagonistas, James Naughton. Yo no tuve ningún poster suyo en mi habitación, pero mi hermana sí en la suya... precisamente el de la foto de tu blog, pero en color...
Mmmm... qué tiempos aquellos en los que todo parecía imposible.
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